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Bandeja de salida

La columna de J.J.Jinks: La incertidumbre política y el populismo de parlamentarios borraron del mapa los créditos hipotecarios

La columna de J.J.Jinks: La incertidumbre política y el populismo de parlamentarios borraron del mapa los créditos hipotecarios

Bloomberg calificó a Chile como el octavo mejor país para vivir durante la pandemia. Tengo claro que los rankings están llenos de simplificaciones y discrecionalidades, pero lo siento, siempre me han encantado.

Por: J.J. Jinks | Publicado: Sábado 30 de octubre de 2021 a las 21:00
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Hace alrededor de un mes, previo a su participación en la Asamblea General de Naciones Unidas, el presidente de Brasil Jair Bolsonaro no fue aceptado en ningún restorán de Nueva York por no estar vacunado, y terminó comiendo unos pedazos de pizza en la calle junto a su comitiva en una imagen poco edificante para el país más importante de Sudamérica.

La escena se reiteró hace poco cuando no se le permitió la entrada a un partido de fútbol entre Santos y Gremio, pues era requisito para el público contar con las vacunas para ingresar al estadio. Todo esto sería una anécdota, vergonzosa, pero anécdota al fin, si el descriterio de Bolsonaro con su propia salud no lo hubiese hecho extensivo al resto de la población brasileña.

Un manejo desastroso de la pandemia, tanto en el proceso de establecer medidas de restricción a la población en los peores momentos de expansión del virus como en el proceso de vacunación, pone a Brasil en el infausto lugar de ser uno de los países a nivel global que peor manejaron los desafíos que impuso el Covid 19.

La revista británica The Economist calcula que la inacción de Bolsonaro le costó a Brasil más de 680.000 muertes. Una verdadera brutalidad. En estos días el presidente brasileño ha sido acusado por distintas organizaciones de ser culpable de crímenes contra la humanidad por la frivolidad y negligencia con que enfrentó la pandemia.

Si bien estas acusaciones tienen resonancia en los medios cuesta pensar que terminen en algo concreto, pero al menos la mancha quedará.

Mientras tanto, en un ranking de esta semana, Bloomberg calificó a Chile como el octavo mejor país para vivir durante la pandemia. Tengo claro que los rankings están llenos de simplificaciones y discrecionalidades, pero lo siento, siempre me han encantado.

Todo el proceso de vacunación ha sido un lujo y las ayudas estatales han fluido aún más allá de lo razonable en algunos casos. Como estamos viviendo una etapa de la vida del país tan extraña donde los chilenos parecen odiar Chile, no está de más tener estos recordatorios y paralelos desde el extranjero.

La realidad es implacable y termina por imponerse, cuando las cosas se hacen profesionalmente, escuchando a los que saben y con la oportunidad y gestión adecuada, los resultados se obtienen, y cuando en cambio se hace todo mal no hay atajos para el desastre.

Lo estamos viviendo en otros planos. En semanas la incertidumbre política y el populismo grotesco de nuestros parlamentarios borraron del mapa los créditos hipotecarios sobre 20 años dejando a importantes sectores de nuestra población sin acceso a la casa propia.

Los requisitos de los bancos se han endurecido sustancialmente y los dividendos a pagar escalaron por las nubes. Nada hace presagiar que esta situación vaya a mejorar en el corto plazo, todos los pasos que se dan van en la dirección incorrecta y la economía permite palabrería, pero no hay atajos en sus resultados.

Podemos vociferar y sonreír para la foto, pero así como vamos terminaremos parados en la calle comiendo un pedazo de pizza fría recordando cómo era disfrutar de una grata comida en un restorán.

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